ROBUR en privado: el corte perfecto
¿Qué afición se esperaría de una ingeniera mecánica y amante del deporte de 29 años con una licenciatura en ingeniería del deporte? ¡Correcto! Es modista aficionada.
Profesionalmente, Jennifer Dannheimer es coordinadora de formación en la sucursal de ROBUR WIND de Bremen y vive en Schleswig-Holstein. Se mudó allí cuando en su antiguo trabajo le ofrecieron la posibilidad de trasladarse a Renania-Palatinado o Schleswig-Holstein; la proximidad al mar la ayudó a tomar la decisión. Hoy se encarga principalmente de la formación y formación continua de la gente de las palas de ROBUR WIND en el norte de Alemania, o sea, los compañeros y compañeras que inspeccionan y realizan el mantenimiento de las palas de rotor de las plantas eólicas.
Jennifer alterna su trabajo, que a menudo la lleva al extremo más alto de las plantas eólicas (tranquilamente a 100 m del suelo), con el diseño de ropa para diversas ocasiones. Su afición por la confección empezó cuando Jenni, como la llaman sus amigos, se encontró una vieja máquina de coser Quelle en el sótano de su madre y quiso probar con la costura. Otra motivación fue el deseo de tener ropa que le quedara bien. La ropa de confección de la mayoría de los fabricantes no siempre está hecha para deportistas altas con los hombros anchos y, por eso, casi siempre las mangas son demasiado cortas o hay otra cosa que no queda suficientemente bien como para sentirse a gusto.
Con los primeros intentos ya surgió una afición estimulante. Jenni invierte diez horas a la semana en invierno y unas cuatro en verano en la costura. En vacaciones suele dedicarle más tiempo y, por ejemplo, pasarse 60 horas con prendas especiales, como un abrigo de lana. A veces está completamente inmersa durante dos días. «La costura constituye un equilibrio estupendo con el trabajo clásico de oficina y formación. Aquí hago cosas creativas con las manos y obtengo un resultado directamente ante mis ojos. Me lo paso genial, especialmente cuando me doy cuenta de que mi creatividad y estilo propio se van perfeccionando».
Los que se benefician de sus aficiones son su marido, hermana, padres y algunos amigos. Su marido, deportista de fuerza apasionado como Jenni, y su hermana gemela, entrenadora de fitness en Múnich, están encantados con sus prendas a medida.
Encontrar el corte perfecto no es tan fácil. Actualmente se encuentran todos los patrones imaginables en internet, pero adaptarlos a la constitución y estilo personales ya es otra historia. En casos difíciles, Jenni cose prendas de prueba con cortinas viejas y otros retales; solo cuando estos quedan bien, empieza a trabajar con la tela definitiva. Por cierto, quien quiera deshacerse de estos retales le dará una alegría, así que puede contactar con ella para decírselo. ¡O también puede atreverse con la costura! Las nuevas telas y estampados, los fantásticos tutoriales en vídeo y los libros digitales detallados facilitan mucho la tarea.
El parque de máquinas de Jenni es digno de una ingeniera mecánica. La vieja Quelle pasó a mejor vida enseguida y fue sustituida por una moderna máquina Pfaff, complementada con una máquina combinada Singer. Por Navidad se compró un plóter para cortar láminas creativas para estampar en camisetas con una prensa de planchado que también adquirió. „Para empezar y probar, una máquina sencilla y barata como la Quelle estuvo bien, pero, cuando te lo tomas en serio, vale la pena gastarse entre 500 y 800 € en máquinas de coser semiprofesionales“, explica Jenni como consejo a todos aquellos que se quieran lanzar a la costura y la confección
En cambio, Jenni no es tan buena con los arreglos. Tiene un cajón lleno de pantalones para meter el dobladillo, prendas a las que les faltan botones y un montón de piezas que ya se pueden considerar historia.
Jenni no cobra por su trabajo, ni siquiera por los favores: «Eso estropearía la diversión. Así pues, como mucho, pido que me reembolsen los costes de material».
Como mucha otra gente, Jenni está trabajando actualmente desde casa. Desde entonces, el salón común es también su despacho, un gimnasio y un taller de costura. A modo de compensación, su pareja puede utilizar en exclusiva el despacho del piso que comparten, que es bastante más pequeño.